Una vida de victoria en Cristo se construye cada día
El crecimiento en la vida cristiana es un proceso. Cada día. Prendidos de la mano del Señor Jesús. No en nuestras fuerzas, sino por la Gracia de Dios. Es un viaje maravilloso cuando avanzamos en la fortaleza que proviene del Padre.
En la Biblia leemos:
“También he visto bajo el cielo un mal terrible y muy común entre los hombres: hay gente a la que Dios le da riquezas, bienes y honra, y le cumple todos sus deseos, y nada le falta. Pero Dios no le da la facultad de disfrutar de todo ello, sino que son los extraños quienes lo disfrutan. Y esto es vanidad, y un mal terrible.” (Eclesiastés 6: 1–3 | RVC)
Imagine por un instante a alguien que lo tiene todo: una buena carrera profesional con especialización, reconocimiento social, solidez económica, una excelente esposa e hijos amorosos. Todo lo que alguien pudiera soñar.
Sin embargo, esta persona, decide amargarse cada instante de su vida. Se enoja, se irrita, llena su corazón de rencor, resentimiento y deseos de venganza.
Riñe con su cónyuge, es intolerante con los hijos y se disgusta hasta por los hechos más triviales.
Llegará el momento de partir delante de Dios y tendrá que reconocer que su vida no tuvo sentido ni propósito.
Repetirá lo mismo que le dijo Jacob al faraón de Egipto:
“Tengo ya ciento treinta años de andar peregrinando. Pocos y malos han sido los años que he vivido, pero aún no han llegado a ser como los años de vida de mis padres, en los días de su peregrinaje.” (Génesis 47: 9 | RV60)
Haga un alto en el camino. Cada día es un regalo de Dios. No porque lo merezcamos, por gracia. Es Su amor inmerecido el que nos permite abrir los ojos cada mañana, e ir a reposar en la noche.
En esa dirección, valore cada instante. Recuerde a la Gran Pirámide de Guiza, la más grande de las siete maravillas del mundo, por encima de la torre Eiffel.
Está en El Cairo. Su construcción tomó 20 años y se invirtieron 2.5 millones de piedras labradas para dar firmeza a la estructura piramidal. Cincuenta mil hombres dedicaron su esfuerzo a darle forma. Tiene más de tres mil años.
No es un monumento construido de la noche a la mañana. Debieron pasar muchos años antes que estuviera lista. Igual su vida. Los cambios no se producirán de la noche a la mañana, pero debe comenzar hoy, ahora.
Ser victoriosos no es en nuestras fuerzas, sino por el poder de Dios, por Su gracia. Él nos ayuda en cada nuevo ajuste que hagamos en nuestra forma de pensar y de actuar. Y, por Su gracia, no solo nos da fortaleza, sino que nos lleva a la victoria.
Hoy es el día para volverse al Señor, valorar el sacrificio redentor de Jesús en la cruz y, apropiándonos de la gracia divina, avanzar en cada nuevo paso. Es algo maravilloso si caminamos de la mano del Salvador.
© 𝗙𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗔𝗹𝗲𝘅𝗶𝘀 𝗝𝗶𝗺𝗲́𝗻𝗲𝘇 | @𝗦𝗮𝗹𝘃𝗼𝘀𝗽𝗼𝗿𝗹𝗮𝗚𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮
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