Permita que Dios tome el control

«Así dice el Señor: “Pon tu casa en orden, porque no vas a sanar, sino que morirás.”» (2 Reyes 20: 1 | RVC)

Ezequías fue el decimotercer rey de Judá, según el Antiguo Testamento de la Biblia. Su reinado tuvo lugar entre el 716 y el 687 a. C. Hijo del rey Acaz y su madre era Abí, hija de Zacarías. Comenzó a reinar a los 25 años y gobernó en Jerusalén durante 29 años.

¿Qué decir de él de acuerdo con lo que leemos en las Escrituras? Que fue un buen gobernante y que le daba a Dios el lugar que le correspondía.

En ese orden de ideas, realizó reformas para agradar a Dios, siguiendo el ejemplo de su padre David. Quitó los santuarios de las colinas, destruyó los ídolos de la diosa Aserá y derribó los pilares sagrados. Destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, ya que los israelitas le quemaban incienso. Envió mensajeros al profeta Isaías para pedirle que orara por el pueblo. Ezequías es mencionado en el evangelio de Mateo como uno de los reyes de la genealogía de Jesús.

Sin embargo, cuando pensaba que todo iba bien, se encontró con la noticia devastadora que le trajo el profeta Isaías. El monarca entró en desesperación.

«Ezequías volvió su rostro a la pared, y oró al Señor. Le dijo: «Señor, te ruego que hagas memoria de que en verdad me he conducido delante de ti con integridad de corazón, y que he hecho todo lo que te agrada.» Y Ezequías prorrumpió en llanto.” (2 Reyes 20: 2, 3 | RVC)

Una actitud humilde. El rey se rindió delante del Padre. Reconoció que solo en Él encontraría la solución. Arrepentimiento, entrega, dependencia. ¿Está usted dispuesto a entregar el manejo de su vida a Dios? ¿Entregaría hoy el curso de su historia, presente y futura, en manos de un Padre amoroso como nuestro creador?

Cuando nos sometemos a Él, todo cambia, como ocurrió con la historia del rey Ezequías:

«Pero antes de que Isaías llegara a la mitad del patio, la palabra del Señor vino a Isaías, y le dijo: «Regresa y dile a Ezequías, príncipe de mi pueblo, que yo, el Señor, Dios de su antepasado David, he dicho: “He escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas. Te voy a devolver la salud, y dentro de tres días vas a ir a mi templo. Voy a darte quince años más de vida, y a ti y a esta ciudad los voy a librar del poder del rey de Asiria. Por mí mismo, y por mi siervo David, voy a proteger a esta ciudad.”» (2 Reyes 20: 4–6 | RVC)

¿Cuál es su situación? Entréguela en manos de Aquél que todo lo puedo, nuestro amado Dios. Él desea ayudarlo, igual que lo hizo con el rey Ezequías. No importa cuán difícil sea su situación. Además, por su infinita gracia, perdonó todos sus pecados, del pasado, del presente y del futuro. Por la gracia del Padre, el Señor Jesús pagó en un madero por toda nuestra culpabilidad. Murió en nuestro lugar.

Oración:

Dios de los cielos, amado Padre celestial, gracias por brindarme siempre una nueva oportunidad. Es por tu gracia que puedo emprender una nueva vida, en respuesta al arrepentimiento sincero por mis pecados. Rindo mi vida en tus manos. Haz de mí la persona que tú quieres que yo sea. Amén

© Fernando Alexis Jiménez | @Conexión365

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