Para Dios somos muy valiosos
Pese a los múltiples errores que hayamos cometido, Dios nos ama. En respuesta a nuestro arrepentimiento sincero, nos perdona. Nos ama como un Padre y en Él encontramos refugio.
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Por Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial [ bityl.co/institutobiblico ]
Quizá una mañana cualquiera de camino hacia el trabajo tropezó con el cuerpo de un indigente o alguien atrapado en las drogas, atravesado en la vereda, sumido en un profundo sueño o sopor.
¿Le causó temor o quizá incomodidad? Piense por un instante que aún aquellos que despiertan fastidio en la sociedad, porque pensamos que echaron a perder sus vidas, revisten tal importancia que el Señor Jesús murió en la cruz por ellos.
Probablemente resulte incómodo escucharlo, pero es así. A quienes probablemente, sin quererlo, hemos menospreciado, tienen valor delante del Señor.
Al respecto el apóstol Juan escribe:
“Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.” (Juan 1: 11–13 | NVI)
POTENCIALES HIJOS DE DIOS
El asunto es que salvo cuestionarlos por ese estilo de vida que pensamos es muy cercano a la perdición, quizá meditamos en el hecho de que esos hombres o mujeres de la calle son potenciales hijos de Dios.
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.” (Juan 3: 16- 17 | NVI)
La sangre del Señor Jesús se derramó en la cruz incluso por aquellos que no se consideran dignos de compartir nuestro espacio.
Lo que separa a esas criaturas de estar en la misma condición de nosotros, como hijos de Dios, es que tomen una decisión y crean en su corazón en el Señor Jesús:
“El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo único de Dios.” (Juan 3: 18 | NVI)
Observe cuidadosamente que el texto dice que aquellos que creen en Jesús el Señor, no experimentan condenación. Cuando se produce un arrepentimiento sincero, la respuesta de Dios es el perdón de los pecados.
¿Se da cuenta de lo maravilloso que es el perdón divino? Es la manifestación misma de la gracia divina. Nos brinda una oportunidad de la que no éramos merecedores.
SOLO POR GRACIA
Solamente por la gracia de Dios descubrimos que somos bendecidos con 3 realidades maravillosas:
Ø Somos muy valiosos para Dios.
Ø Dios nos protege en todas las circunstancias.
Ø Somos administradores de la creación de Dios.
Le animamos a estudiar estos tres aspectos con fundamento en lo que enseñan las Escrituras, particularmente cuando leemos en Salmo 8:
1.- Somos valiosos para Dios. El Dios de toda la creación, santo y glorioso, le da significado a nuestra existencia. Somos valiosos en su presencia:
“Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: «¿Qué es el hombre para que en él pienses? ¿Qué es el hijo del hombre para que lo tomes en cuenta?” (Salmo 8: 3, 4 | NVI)
2.- Dios nos protege. Si bien es cierto enfrentamos períodos de adversidad, oposición y ataques inesperados, Dios nos guarda:
“Con la alabanza que brota de los labios de los pequeñitos y de los niños de pecho has construido una fortaleza, para silenciar al enemigo y al vengativo.” (Salmo 8: 2 | NVI)
3.- Somos administradores de la creación. La manifestación del amor y la gracia de Dios no tiene límites. Una de esas manifestaciones es que Dios depositó plena confianza en usted y en mí para administrar su creación:
“Lo hiciste poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra. Le diste dominio sobre la obra de tus manos; todo lo pusiste bajo sus pies…” (Salmo 8: 5, 6 | NVI)
Por supuesto, enumerar las demostraciones del amor que el Padre tiene por nosotros, pese a que hemos fallado con una vida de pecado, se tornaría interminable.
AVANCE EN LA TRANSFORMACIÓN
Basta con examinarnos para comprobar que, sí, hemos avanzado en el proceso de transformación y crecimiento, es por Su infinita gracia, el amor que no alcanzamos a comprender y que, definitivamente, no tiene límites.
Sobre esa base debemos ver en toda persona que nos rodea, a potenciales hijos de Dios, por quienes el Señor Jesús vertió su sangre en la cruz.
Jamás pierda de vista el hecho de que alguna vez estuvimos en la misma situación de los perdidos o muy cercanos a ese estado. De ahí que no podemos subestimar a nadie.
Nuestra obligación debe ser la de predicarles las Buenas Nuevas de Salvación y orar por su conversión. Dios hará lo principal: llevarlos a su trono de misericordia para vida eterna. ¿Está dispuesto a hacerlo? Hoy es el día para comenzar.
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