La responsabilidad de los padres en la identidad de los hijos
En una sociedad donde la falta de identidad masculina crece entre niños y aún jóvenes, llama a los padres a asumir la responsabilidad que les asiste. Con el ejemplo, se forma a los hijos, tanto en el proceso de crianza, como en los valores espirituales.
Tenemos un problema. Aunque muchos no lo admitan. Se trata de la formación de los hijos, especialmente los varones. Como consecuencia del distanciamiento de los padres, no desarrollan su identidad apropiadamente y, muchos de ellos, equivocan su camino, confundiendo su género y cayendo en el homosexualismo.
El propósito no es señalar a nade, sino llamarnos a la reflexión. ¿Cuánto tiempo pasamos con nuestros hijos? Es una pregunta que usted y nadie más que usted puede responder.
Un primer gran compromiso como padres, radica en afianzarlos desde su más tierna infancia en principios y valores:
“Graben, pues, estas mis palabras en su corazón y en su alma; átenlas como una señal en su mano, y serán por insignias entre sus ojos. Enséñenlas a sus hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas, para que tus días y los días de tus hijos sean multiplicados en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, por todo el tiempo que los cielos permanezcan sobre la tierra.” (Deuteronomio 11: 18–21 | NBLA)
De la mano con la instrucción sólida, en la Palabra, está la disciplina:
“Instruye al niño en el camino que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22: 6 | NBLA)
La responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros es enorme y deberemos asumirla ahora y, por supuesto, cuando estemos frente a nuestro Padre celestial. No podremos eludirla.
PADRES RESPONSABLES, HIJOS FUERTES
Si en nuestra condición de padres acompañamos el proceso de formación de los hijos, les brindaremos las herramientas para ser fuertes y sólidos para encarar apropiadamente los desafíos de la vida. De la mano con la solidez, la responsabilidad.
El expositor bíblico y teólogo, J. Vernon McGee, cuenta una historia acerca de un padre que tenía un frasco de whisky en su granero. Cada mañana salía y tomaba un trago de whisky. Un día iba saliendo, como de costumbre, pero esta vez alguien iba detrás de él. Al mirar atrás, vio a su niñito siguiendo sus pisadas en la nieve. El padre le preguntó: “Hijo, ¿qué estás haciendo?”. El niño respondió: “Estoy siguiendo tus pisadas”. El padre envió al hijo a la casa, entró a su granero y estrelló la botella de whisky.
La autora norteamericana, Ginger Hubbard, sintetiza en seis puntos la responsabilidad de los progenitores:
1.- Aprovechar las oportunidades para hablarles a los hijos de Jesucristo.
2.- Enseñarles a obedecer y respetar a sus padres.
3.- Enseñarles pautas de sabiduría, que aprendemos en la Biblia.
4.- Enseñarles qué es lo justo en cada circunstancia.
5.- Ser ejemplo para nuestros hijos.
6.- No dejar de orar por los hijos.
La psicóloga y especialista en temas de familia, Brenda Payne, anota lo siguiente:
“No podemos hacer que nuestros hijos sean justos, pero podemos enseñarles a hacer lo correcto. Es importante que nuestros hijos tengan el hábito de pensar y actuar correctamente. Necesitan entender que, al demostrar la justicia de Dios, están haciendo que Su luz brille en un mundo oscuro. Es una de las formas en que pueden mostrar el poder de Cristo a otros.”.
A su turno, la autora norteamericana, Ginger Hubbard, precisa:
“Alguien está siguiendo tus pisadas. Tu hijo aprende más por lo que te ve hacer, no por lo que te oye decir. Él seguirá tu ejemplo. Al hacerlo, ¿será un hacedor de la Palabra o solamente un oidor? ¿Será fiel o hipócrita? Quizás uno de los versículos más aleccionadores en cuanto a nuestra responsabilidad de instruir a nuestros hijos es Lucas 6:40: “El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro”. (Tomado del libro: “No me hagas contar hasta tres”)
Haga un alto en el camino y evalúe la importancia de ser buenos padres, prestando especial atención a los hijos varones. Generalmente no nos preocupamos por ellos porque consideramos con son fuertes y podrán defenderse solos.
MOLDEAR LA MASCULIDAD EN LOS HIJOS
Cuando se concibe un niño, recae sobre cada uno de nosotros una responsabilidad que, antes que intimidante, es maravillosa. Es nuestra forma de ayudar en el cumplimiento del Plan de Dios.
El expositor y autor dominicano, Sugel Michelén, explica lo siguiente:
“Ser cabeza de la familia no es contemplado en la Biblia como una ventaja, sino como una gran responsabilidad. Nosotros tenemos un trabajo que debemos hacer de manera intencional, procurando el bien espiritual y físico de nuestra esposa y nuestros hijos. Dios nos ha llamado a hacer un trabajo, un trabajo que está muy por encima de nuestras capacidades naturales y que solo puede ser hecho en dependencia de Él. Él nos contrató, Él nos da los recursos que necesitamos cada momento para poder ser los padres que Él quiere que seamos, y Él nos pedirá cuentas algún día por esa mayordomía que nos fue confiada.”
Una de las tareas que nos fue delegada, es contribuir a moldear — como progenitores — la masculinidad de nuestros hijos. Al respecto, John Eldredge, explica:
“… la masculinidad es conferida. De un hombre — su padre o alguien cercano — , o de un grupo de hombres, el menor aprende lo que es y lo que tiene. No puede aprenderlo en ningún otro lugar. No puede aprenderlo de otros niños… El plan desde el principio de los tiempos fue que los padres pusieran sobre sus hijos las bases para el corazón de un joven, y le transfiriera ese conocimiento y esa confianza esenciales. Papá sería el primer hombre en su vida, y siempre el más importante.” (Citado en el libro: “Salvaje de corazón: descubramos el secreto del alma masculina”)
Cabe aquí preguntarnos: ¿Qué tipo de formación en cuanto a su identidad masculina estamos legando a nuestros hijos? ¿O quizá le estamos dejando expuesto a la internet para que aprenda allí principios equivocados?
Infortunadamente en una sociedad descompuesta como la nuestra, esa labor se ha depositado en los hombros de las madres. Asumen no solamente la crianza, sino la formación espiritual de los pequeños.
ABRIRLE LAS PUERTAS DEL HOGAR A DIOS
Es evidente que la mayoría de los hombres cometemos múltiples errores al desempeñar la labor como padres de familia. Los equívocos son muchos e, incluso, cometemos errores en el trato a los hijos, especialmente, a los varones.
Aquí es aconsejable atender a Sugel Michelén, expositor y escritor dominicano, cuando insiste:
“La responsabilidad que Dios ha puesto sobre nuestros hombros no es sencillamente la de proveer a nuestros hijos la crianza y la educación que necesitan en el proceso de desarrollo para pasar de ser niños a adultos. Nuestra responsabilidad es traspasarles una cosmovisión, una forma de ver la vida a la luz de lo que Dios nos ha revelado en Su Palabra, de tal manera que ellos puedan vivir para Cristo aquí y ahora, y disfrutar de Él por toda la eternidad como lo enseña Deuteronomio 6:1–9”.
¿Quién puede darnos la sabiduría necesaria? Dios, el autor de la familia y quien, a lo largo de los siglos, le ha permitido permanecer, pese a los demoledores ataques del enemigo.
En ese orden de ideas, debemos abrirle al Señor las puertas de nuestro hogar. Solamente Él puede poner las cosas en orden.
Un primer paso es rendirnos a Él. Reconocer que hemos fallado una y otra vez como progenitores, que hemos pecado y, de la mano con el arrepentimiento sincero, el deseo de emprender un nuevo curso en nuestra historia.
¿Ha cometido equívocos muy vergonzosos, a nivel personal, pero también dañando a su familia? Dios lo comprende y desea ayudarlo en el proceso de transformación y crecimiento. Hay esperanza. El escritor, John Eldredge, anota lo siguiente:
“Aunque Dios sabía lo que pasaría al crear el género humano con capacidad para decidir, sabía lo que pasaría, el desengaño, el sufrimiento y la devastación que produce nuestra desobediencia. Pese a ello, decidió tener hijos. A diferencia de algunos padres controladores, que alejan de sus hijos todo elemento en el que puedan y deban decidir. Dios nos da una alternativa sorprendente. Lo hizo con Adán y Eva. Les llamó a obedecerle, pero no les obligó. Se arriesgó. Tomó un riesgo asombroso, con sus asombrosas consecuencias. Él deja que otros entren en su historia, y permite que las decisiones generen las afectaciones que se requieren.”
En el paso a paso para cambiar, no estamos solos. Por eso, este es el día oportuno para apropiarnos de la Gracia de Dios. Él envió a Jesús su Hijo a morir en la cruz por nuestros pecados, brindarnos una nueva oportunidad y asegurarnos la vida eterna.
La decisión está en sus manos. La gracia está a su disposición. Pero Dios no lo obligará, como explica Eldredge. Solo usted puede acogerse al amoroso perdón el Padre celestial le ofrece. Reciba hoy a Jesucristo en su corazón…
©Fernando Alexis Jiménez
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