«Yo amo a los que me aman, y dejo que me hallen los que en verdad me buscan.» (Proverbios 8: 17 | RVC)

Buscar y desarrollar una intimidad con Dios es fácil. Quizá le parezca imposible, pero no es así. Quien lo busca, lo encuentra. Él nos permite tener cada día más conocimiento acerca de quién es y la forma poderosa como obra en nuestro ser.

Cuando tenemos ese acercamiento al Padre, que se fortalece cada día en oración, el estudio sistemático de las Escrituras y la disposición de corazón para ser transformados por Él, descubrimos la importancia de honrarle, como escribió el rey David:

«Dichoso el hombre que honra al Señor y se deleita obedeciendo sus mandatos. Sus hijos tendrán poder en la tierra, y serán bendecidos por su rectitud. Su casa rebosará de bienestar y de riquezas, y su justicia permanecerá para siempre.» (Salmo 113:1–3 | RVC)

Intimamos con Dios y caminamos en consonancia con Su voluntad. Lo hacemos correspondiendo a Su amor, porque Él nos salva por gracias, no por obras.

El autor cristiano, Ron Smith, explica en términos sencillos:

“Toda la bondad de Dios ha sido derramada en el hombre por medio de la Persona y en la obra de Jesucristo. Los pensamientos acerca de una justificación basada en acciones propias, es decir, en obras, son como manchas en la túnica inmaculada de la gracia de Dios. Dios tomó la iniciativa para salvarnos, a pesar de nuestros pecados.” (Citado en el libro “La sencillez de la gracia”)

Cuando entendemos el amor y la gracia del Señor, lo expresamos de una manera práctica en nuestra relación con Él y con otras personas:

a.- Honrar a Dios en lo que hacemos (Apocalipsis 5:11–13)

b.- Honrar a los padres (Efesios 6: 2, 3; Mateo 15: 4)

c.- Honrar al prójimo, comenzando por el cónyuge y los hijos (Mateo 22: 37–39)

d.- Honrar a Dios con nuestros bienes (Proverbios 3: 9, 10)

e.- Servir a Dios en Su obra, proclamando las Buenas Nuevas de Salvación (Juan 12:26)

Si lo intentamos en nuestras fuerzas, el proceso de transformación y crecimiento no es fácil. Sin embargo, cuando nos acogemos a la gracia y la fortaleza que provienen de Dios, todo cambia. Todo fluye más fácil. Hoy es el día oportuno para abrirle las puertas de nuestro corazón a Jesucristo.

Oración:

Amado Padre celestial, gracias por Tu amor ilimitado que, por gracia y nada más que por gracia, perdona mis pecados y me abre las puertas para comenzar una nueva vida. Toma mis pensamientos y acciones y haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén

© Fernando Alexis Jiménez | @Conexión365

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