Fernando Alexis Jiménez | Editor del Blog SalvosporlaGracia.com

Si usted pregunta por Nathan, le dirían que era un borracho. Bebía hasta perder el conocimiento, en pleno centro de Lima. Andaba andrajoso, maloliente y con botellas vacías a su lado. Una condición de vida lamentable.

Dormía en los portales de grandes edificios, en Lima cercado o, quizá, bajo algún puente. Su mayor angustia era el frío del anochecer, que temía cada vez que las sombras comenzaban a caer, anticipando una noche oscura con una garúa ligera, que humedecía todo.

Sobrevivía de dos maneras: pidiendo limosna, cada vez más escaza, o reciclando materiales que obtenía de los tachos de basura. En cierta ocasión, encontró una Biblia totalmente ajada. Probablemente el dueño la habría arrojado a los desechos, tras comprarse una nueva.

Sintió deseos de leer algunos pasajes. Las páginas estaban subrayadas. “Justo donde quería llegar”, murmuraba, cautivado por versículos que parecían escritos para él.

Ese fue el principio de su transformación. Halló varios textos que le hablaban de la gracia de Dios. Buscó en la concordancia bíblica, al final del libro y el Señor le abrió los ojos para que tuviera mayor comprensión. Le reveló acerca de Su amor infinito por los pecadores.

Conocí a Nathan en una serie de conferencias que compartí en el Perú. Reconozco que me parecía increíble que aquel hombre que servía como ujier en una iglesia local, hubiese sido alguien a quien la sociedad marginaba por su adicción al alcohol.

Lo más maravilloso fue descubrir la gracia de Dios. Cada día comencé a crecer más en el conocimiento de lo que significaba y el perdón que recibía por mis pecados, sin merecerlo. Dios no me obligó a cambiar. Me dispuse a hacerlo, porque, ¿cómo podría seguir igual que antes, si Él me amaba?” me dijo, con una amplia sonrisa.

LA GRACIA DE DIOS ES PARA TODOS

La gracia es la expresión del amor de Dios por todos los pecadores. Jesús murió en la cruz por nuestra maldad, del ayer, del presente y aún los equívocos del futuro. Él Padre perdona nuestros pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento y borra el registro de nuestros errores (Miqueas 7: 18, 19)

El apóstol Pablo escribió a los creyentes de Éfeso en el primer siglo:

“En él (Cristo), Dios nos escogió antes de la fundación del mundo, para que en su presencia seamos santos e intachables. Por amor nos predestinó para que por medio de Jesucristo fuéramos adoptados como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.” (Efesios 1:4–6 | RVC)

Lea cuidadosamente el texto. Delante del Padre somos santos e intachables, por la gracia y al recibir a Jesucristo en nuestro corazón, nos convertimos en Sus hijos.

También leemos que Pablo les escribió a los creyentes en Roma:

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que sean hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.” (Romanos 8:29–31 | RVC)

Dios nos extiende Su gracia, pero no nos obliga. Él nos escogió desde la eternidad para ser salvos por la obra redentora de Cristo, pero nos corresponde a usted y a mí tomar la decisión de apropiarnos de esa gracia, como explica el autor cristiano Christopher Shaw:

“El hombre es, y por siempre será, el que responde a la iniciativa divina, un actor secundario en una historia que es mucho más grande y profunda que el relato de nuestro paso fugaz por este planeta.”

Si Dios habla a su corazón respecto a lo que significa Su gracia, este es el día oportuno para que le abra las puertas de su corazón. Una decisión que marcará un antes y un después en su existencia.

LA GRACIA DE DIOS EN NUESTRAS VIDAS

La gracia de Dios nos transforma en todos los ámbitos de nuestra vida. De condenados nos convierte en hijos del Padre eterno y, algo más, opera un cambio progresivo en nuestra forma de pensar y de actuar.

De acuerdo con las Escrituras, encontramos varios aspectos relevantes:

1.- Dios nos escogió desde la eternidad para ser salvos (2 Tesalonicenses 2: 13, 14)

2.- Dios nos santifica por medio del Espíritu Santo (1 Pedro 1: 1–2.; 2 Tesalonicenses 2: 13, 14)

3.- Por la gracia, Dios nos llama a vivir como escogidos para una nueva vida (Colosenses 3: 12, 13)

4.- Por fe y tras apropiarnos de Su gracia divina, creemos que somos hijos de Dios, escogidos en Cristo aun cuando no lo merecíamos (Tito 1: 1–5)

5.- Por la obra del Señor Jesús fuimos santificados (1 Pedro 1: 1–2)

Martín Lutero, el teólogo y reformador del siglo XVI, al referirse a la gracia divina, escribió:

“Dios no está enojado con el pecador; Él está dispuesto a perdonarlo y abrazarlo por medio de la gracia. La gracia de Dios es un regalo gratuito que no puede ser ganado por nuestros méritos- Nos transforma y nos hace nuevos. No somos justos por lo que hacemos, sino por lo que Dios hace en nosotros.”

Al margen de cuál sea el cúmulo de pecados que venga cargando de tiempo atrás, en Dios hallamos perdón. No por merecimiento alguno, sino por Su gracia.

DIOS NOS OFRECE SALVACIÓN Y VIDA ETERNA

Cristo murió en la cruz para justificarnos, santificarnos y evitar nuestra perdición eterna. La oferta de salvación del Dios amoroso, es para todos nosotros. Sin importar su pecado, Él nos extiende la oportunidad:

“¿Qué otro Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su pueblo? Tú no guardas el enojo todo el tiempo, porque te deleitas en la misericordia. Tú volverás a tener misericordia de nosotros, sepultarás nuestras iniquidades, y arrojarás al mar profundo todos nuestros pecados.” (Miqueas 7: 18, 19 | RVC)

Hoy es el día oportuno para apropiarse de la gracia divina. Él lo transforma en una nueva criatura. Lo pasado, queda en el pasado:

“De modo que, si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo! Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación.” (2 Corintios 5: 17, 18 | RVC)

Por supuesto, el adversario espiritual querrá evitar que avancemos y, aún más, que conozcamos el Evangelio de la gracia. Buscará acusarnos por nuestro pesado de maldad. Pero sus señalamientos ya no tienen sentido, porque Dios nos perdonó:

“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? Como está escrito: «Por causa de ti siempre nos llevan a la muerte, somos contados como ovejas de matadero.» Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Romanos 8:33–39| RVC)

Por mucho que el adversario quiera acusarnos, Dios nos perdona por gracia. Nos ofrece una nueva oportunidad que debemos aprovechar. Hoy es el día oportuno. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.

@SalvosporlaGracia | ©Fernando Alexis Jiménez

Lea más contenidos edificantes para su vida personal, espiritual y familiar, haciendo Clic Aquí

--

--

No responses yet