No podemos descuidarnos en la tarea de orar diariamente por nuestros hijos. Pedir a Dios que los guíe y proteja.

Nuestra sociedad ofrece enormes peligros para nuestros hijos. Es cierto, ha sido la sociedad de todos los tiempos, pero vivimos una época en la que toman fuerza cada día los antivalores. Las consecuencias no se dejan esperar.

Jóvenes y adolescentes caen fácilmente en la trampa de la pornografía, la práctica del sexo a temprana edad y algo más, infinidad de muchachos terminan esclavizados por las drogas y el alcohol.

¿Qué hacer? Orar por ellos. No dejar de clamar. Llevarlos siempre a la presencia del Padre. Clamar al Señor en la intimidad, como recomendó el Señor Jesús:

«Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y con la puerta cerrada ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.» (Mateo 6:6 | RVC)

Esa disciplina de desarrollar intimidad con el Padre, era incluso parte de la dinámica diaria o al menos permanente de nuestro Salvador Jesucristo:

“Luego de despedir a la gente, subió al monte a orar aparte. Cuando llegó la noche, Jesús estaba allí solo.” (Mateo 14: 23 | RVC)

En ese orden de ideas, una forma eficaz de velar por nuestra familia, es presentando diariamente al cónyuge y a los hijos en el altar de gracia de Dios.

NO PODEMOS ESTAR EN TODAS PARTES

Es cierto, no podemos estar en todas partes, pero Dios sí. Así las cosas, oramos por nuestros hijos para que la presencia del Padre y sus cuidados, los acompañen a todas partes.

La autora cristiana, Quin Sherrer, anota lo siguiente:

“… debemos sentarnos a solas en la Presencia del Padre para interceder por nuestros hijos. La soledad y la quietud nos ayudan a orar con eficacia. Es necesario separar cada día un tiempo especial para estar con el Señor. Debemos, también, escuchar la voz de Dios alrededor de nuestra familia. La oración no tiene fórmulas establecidas, por eso debemos simplemente hablar con Dios, nuestro Padre. La oración por los hijos ayuda a desencadenar transformaciones profundas en la forma de pensar y de actuar.”

Preste atención a esta recomendación de la autora de 31 libros, buena parte de los cuales se orientan a instruir sobre cómo desarrollar una dinámica de oración permanente.

MOTIVOS DE ORACIÓN

Compartimos con usted algunos motivos de oración permanentes por nuestros hijos:

1.- Pedir a Dios que cumpla Su voluntad en nuestros hijos (1 Juan 5: 14, 15)

2.- Pedir a Dios que guarde a nuestros hijos en su caminar diario (Mateo 18: 14)

3.- Confiar siempre en Dios. Él escucha las oraciones a favor de nuestros hijos (Marcos 11: 24; Juan 16:23)

4.- Pedirle a Dios sabiduría respecto a nuestro desenvolvimiento familiar y con los hijos (Efesios 1: 17)

5.- Pedirle al Padre que la Palabra que hemos compartido con nuestros hijos, no vuelva vacía (Isaías 55: 11)

6.- Rendirle a Dios el control de la vida de los hijos (1 Samuel 1: 18)

7.- Orar permanentemente por la salvación de nuestros hijos. Que les sea revelada la gracia de Dios (Mateo 18: 44; 2 Pedro 3: 9)

8.- Orar por la liberación de las adiciones en que nuestros hijos pudieran haber incurrido (Mateo 6: 13; Salmo 23: 3)

9.- Pedirle a Dios perdón por los pecados de nuestros hijos (1 Juan 1: 7; Filipenses 3: 13, 14)

10.- Orar por el futuro de nuestros hijos (Jeremías 29: 11; Salmo 1)

11.- Orar por la salud y sanidad de nuestros hijos (Isaías 53: 4, 5; 3 Juan 2; Salmo 41: 3)

12.- Orar a Dios porque tome el control del presente y futuro de la historia de nuestros hijos (Colosenses 1: 9, 10)

Por favor tome un tiempo y revise este breve listado. ¿Por cuáles necesidades de sus hijos ora delante de Padre? Probablemente estas sugerencias le ayudarán a robustecer los motivos de oración por ellos.

¿HA ESCUCHADO ACERCA DE LA GRACIA DE DIOS?

La gracia de Dios es la manifestación del Padre eterno por todos sus hijos. Es la solución al pecado. Ya que no podíamos cumplir las exigencias de la Ley, dispuso que Su Hijo Jesús muriera en la cruz por nuestros pecados.

La obra de Jesús en la cruz fue definitiva. No hay que añadir nada más. Esforzarnos no hace otra cosa que desconocer que Él pagó con Su divina sangre por todos nuestros pecados del pasado, del presente y del futuro.

Porque conocía la grandeza de la gracia de Dios, Pablo escribió:

“Pero con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si la justicia dependiera de la ley, entonces por demás habría muerto Cristo.” (Gálatas 2: 20, 21 | RVC)

Cuando descubrimos la grandeza de la gracia divina, nos rendimos a Él para iniciar de Su mano, el proceso de transformación que nos lleva a crecer cada día.

En respuesta al amor que nos tiene, nos sometemos a Él para que nos ayude a cambiar en nuestra vida personal y, también, en la relación con la familia.

Hoy es el día para volvernos a Dios y, si por alguna circunstancia, nos hemos alejado de la gracia, retomar el camino. Depender del Padre para crecer, ahora que tenemos la certeza de que, por amor, nos libró de la condenación eterna.

© Fernando Alexis Jiménez | @VidaFamiliarCo

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